El papa no !!

Yuna adora a su padre. Aunque aún tiene una edad en la que la mama cuenta mucho, la figura del papa (tan idílica para muchas niñas, como lo fue (y es) para mi) empieza a despuntar descaradamente. Y ese amor se refleja, especialmente, en esos periodos en que Hideo debe salir de viaje. Hace un par de semanas nos volvía de un viaje a Tailandia y ahora lo tenemos por unos días en Corea. Cuando llama por teléfono y coincide Yuna estando en casa, rápidamente me quita el aparato para reclamarle a su padre que vuelva ya (pero ya!). Y de paso que le traiga un par de bolsas de patatas chips (verídico).

Pero si hay un momento en que Yuna rechaza a su padre de forma tajante, sin contar cuando Hideo se enfada (que mi marido tiene santa paciencia cual Buda pero cuando se enoja… agárrate !! ), y es cuando su padre le entra la vena de la limpieza.

Hideo, dentro de las manías que podemos tener todos (hoy no hablaré de robots Gundam 😱) tiene una que sobresale, y es que el suelo de la casa esté muy limpio. No le importará que haya algo de polvo, no le importara que se hayan acumulado platos para fregar, pero que el suelo esté, no sucio porque a mi tampoco me gusta, pero con algo de polvo… ya lo tienes a cuatro patas con el rodillo adhesivo limpiando y limpiando. Porque eso si, y echando tierra sobre eso de que «los hombres japoneses (todos) son machistas y no hacen nada en casa», no me dice a mi que limpie, que se pone él mismo a hacerlo. Nada que haya tocado el suelo de la calle entra en casa, el cochecito de Sora se queda en el genkan, las maletas se guardan en un armario en la entrada previa limpieza (con alcohol) de sus ruedas,… Una manía que a mi me hace reír muchas veces, especialmente hace unos días cuando, tratando de andar entre juguetes de niños, dijo «que había pisado algo pegajoso». Mi respuesta: «¿No querías tener muchos niños? Pues eso son los niños»

Y es que todo y que Yuna pueda ser algo maniática en algunas cosas, aunque desde que va al colegio va a menos, es niña al fin y al cabo, y para ella se ha convertido en trauma cuando, al entrar a casa al venir de la calle o el colegio, su padre la esté esperando con el paquete de toallitas húmedas para repasarle los pies, por si lleva tierra o arena. La limpieza no es lo que asusta a Yuna sino el temible afán que pone su padre en ello, hasta que ella, con gritos, pide que sea la mama quien lo haga, que «el papa no !!».

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Bueno, el papa no pero las ganas que tiene que ya llegue mañana…