Hace años que aprendí a hacer punto de cruz, cuando iba al colegio. Aún conservo los trabajos que nos hacían hacer cada año, entre ellos una mantelería cuando cursaba 5º de EGB (10/11 años). Decir que sólo las niñas éramos las que bordábamos… los niños no (tenían tiempo libre…). Pero bueno, fuera de este apunte debo confesar que se convirtió en una bonita afición para mi, afición que comparto con mi madre. He hecho desde cuadros a algún que otro reloj (como el de cocina que tienen mis padres o el que tienen mis suegros en su salón).
Mientras he estado embarazada también me puse manos a la obra, en este caso, haciendo baberitos, ya fueran para mi (bueno, para Yuna) o para alguna amiga que también estaba esperando.
Éste ya lo puse como imagen en una anterior entrada. Primero hice uno parecido pero con una «K», para una amiga que también tuvo una niña un mes antes del nacimiento de Yuna. Se lo enseñé a Hideo y me dijo que «si para nuestra bebita también habría uno!!??». Claro que si, papá !! No se iba a quedar sin.
Uno mucho más sencillo, ya que no encontré un detalle que me acabara de hacer tilín, así que opté por una pequeña mariposa.
El del oso durmiendo es monísimo, pero el babero es un poco más grande (para cuando empiece con las papillas), así que debe esperar para estrenarlo.
Dos meses antes del nacimiento de Yuna mi madre me comentó que tenía muchos retales sueltos de panamá y que me parecía si nos poníamos ella y yo a hacer bolsitas de recuerdo para nuestra familia y amigos. Me pareció una idea estupenda y nos pusimos a ello. El resultado fueron casi 70 bolsas, en tres modelos distintos.
Los tres modelos, que podían variar en colores. Ahora me toca hacer unas cuantas más para familia y amigos en Japón 😉 .
Y tengo pensado empezar algún cuadrito para la habitación de Yuna en nuestro piso nuevo. A trabajar se ha dicho !!
Comentarios